- Un espacio donde se pueda respirar aire puro, descontaminado, natural.
- La posibilidad de emplear el tiempo y la energía en el logro de objetivos conjuntos, con muchas personas. Porque cuando se trabaja en comunidad, los logros se multiplican.
- Una comunidad donde sepamos quiénes son los vecinos, donde no tengamos que avergonzarnos de los problemas y, por el contrario, sepamos que no estamos solos para enfrentarlos.
- Una comunidad que día a día, crezca en el trabajo colectivo. Será difícil porque hemos crecido cultivando el individualismo y el consumismo, pero la comunidad será la fuerza y los hijos la recompensa.
- Una comunidad bonita, con mucha vegetación, con mucho respeto por el medio ambiente y también por el resto de las comunidades. Que sirva de ejemplo de convivencia y equilibrio ecológico.
- Una comunidad donde nuestras viviendas sean la protección que –naturalmente- necesitamos para vivir, una extensión de nuestro propio cuerpo, de nuestra piel. No una vivienda artificial.
- Una comunidad donde, con nuestro propio trabajo, cultivemos nuestros alimentos sanos, sin químicos, sin preservativos, sin daño a los suelos. Y que esa actividad pueda llegar a ser sustento de la misma comunidad.
- Una comunidad donde la satisfacción de las necesidades básicas de la familia no se vean obstaculizadas por las mezquindades del sistema; que la alimentación, la vivienda, la salud y la educación, sean prioritarias y podamos cubrirlas (al menos básicamente) en la comunidad.
- Una comunidad donde cada uno pueda desarrollarse como la persona que es, en el respeto a la persona que es el otro.
- Una comunidad donde se manifieste, propicie y celebre la diversidad de lo que somos, hacemos, pensamos y sentimos. Y, siendo así, la comunidad de constituya en la fuerza que soporta e impulsa nuestros logros individuales y colectivos.
30 de marzo de 2011
Una comunidad ideal ...
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