Llegar a casa siempre debería ser lo más placentero de
nuestra jornada diaria. En esta primera entrega hablaremos de esa sensación
especial que podemos construir para que “llegar a casa” sea nuestra mejor
medicina.
Originalmente se denominaba hogar al sitio de la casa donde
se encendía el fuego alrededor del cual se reunía la familia para compartir,
alimentos y conversación, de allí la expresión “calor de hogar”. Retomar este
sentido es fundamental para que haya armonía en nuestra casa, en nuestras
familias y se construya un vínculo que nos haga a todos orbitar alrededor de
ese espacio.
Si siente que no tiene ganas de regresar a su casa, que al
hacerlo se siente pesado el ambiente y no consigue relajarse y descansar, tal
vez sea el momento de actuar y hacer algunos cambios. El hogar es un sistema
que nos involucra como personas, las relaciones son dinámicas, si algo está mal
en nosotros se reflejará en seguida en nuestro espacio y viceversa. Intervenir
en nuestro espacio es tal vez una buena manera para hacer esos cambios
personales que no sabemos como comenzar.
Algunas recomendaciones para comenzar a hacer cambios :
1.
Examine cada espacio de su casa, siéntese o pase
un rato en cada ambiente, detállelo, huela, sienta con los ojos cerrados y tome
nota de sus sensaciones en cada uno de ellos.
2.
Allí donde sintió alguna sensación desagradable
o pesadez, quédese más tiempo y detalle con mayor profundidad: los colores, los
objetos que allí hay, la ventilación, la luz, los olores, cualquier detalle
puede resultar importante para comenzar los cambios.
3.
Decídase y “pinche” su voluntad para comenzar a
cambiar. Comience por una profunda y detallada limpieza. Examine todo lo que
hay allí y deseche o recicle lo que no usa o no necesita. Las cosas que no se
usan estancan la energía. Aproveche para renovar o darle otra función a los
objetos que le aburren o sorprenda a alguien, regalándole algo que puede serle
útil. Verá que nuevas cosas y energías vienen a ese espacio.
4.
De acuerdo al uso que le den a esta área, elige
las cosas que dejarás allí y lo que sacarás (también puedes reciclar dentro de
la casa con objetos que se encuentren en otros espacios). No hace falta que
gastes dinero en este proceso, solo la limpieza le dará al sitio una nueva
energía. Aprovecha la ocasión para ejercitar tu creatividad.
5.
Para finalizar, comparte con la familia los
toques finales, de manera que cada quien haga su aporte y sienta que el espacio
también tiene su sello. Si involucras a todos desde el inicio será mejor aún.
6.
Repite el proceso con todas las áreas de la
casa, desde las que sientas más pesadas hasta las que sientas “livianas”, hasta
haber limpiado y renovado cada espacio. Pide ayuda a quienes viven contigo y,
si vives solo(a), pide a tus amigos (a los que frecuentan la casa), verás lo
bien que se siente luego.
7.
Agradece las ayudas, celebra la recuperación y
disfruta de tu espacio.
Seguramente durante el proceso sientas agotamiento, deseos
de dejar las cosas “hasta allí”, deseos por terminar “rápido”. En esos momentos
aprovecha para analizarte, primero está atento(a) a tu cuerpo, a sus señales
(dolor, picazón, tensiones u otras reacciones), a tus sensaciones emocionales y
a las ideas que te surjan. Así la limpieza y el orden de tu espacio, servirá
para limpiar y ordenar tu propia persona.
Feliz Hogar!

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